Estamos ante un clara imposición de las necesidades de la economía global, que termina reconfigurando los territorios urbanos y rurales, de la misma forma, esa necesidad de la economía global termina capturando a los estados que han dejado de ser autónomos y su función se limita al poder suplir las necesidades de la economía de mercado, de los que llamamos del primero mundo o del mundo desarrollado, lo que implica para los “subdesarrollados” unas condiciones de despojo y de no vida. Aunque esos territorios sean los que hoy, reproducen la vida diversa.