El desarrollo económico como meta mundial
impuesta en el orden nacional, regional y local ha terminado convirtiendo se en un enemigo mismo del planeta, un desarrollo económico divorciado de la naturaleza y el hombre mismo, lo que derivara constantemente en una serie de afectaciones
que transgrede derechos, formas de vida de las comunidades aplicándose un ejercicio de poder vertical, en una clara asimetría del poder. En el caso de la comunidad campesina de la vereda
El Naranjal del municipio de Medellín (Antioquia-Colombia), donde se logró reconocer que las afectaciones a su diario vivir parten de la construcción de un megaproyecto vial de interés
prioritario para la nación, el cual afectó la vida campesina y la permanecía en el territorio en condiciones dignas con garantía de los derechos fundamentales.