La idea de que la historia de la humanidad es una historia del progreso, es realmente un desarrollo tecnológico creciente que no se corresponde necesariamente con mejores condiciones de vida, ni mucho menos con un crecimiento moral de la humanidad. Existe una contradicción desde el origen histórico del proyecto moderno basado en el progreso, pero que, con el triunfo de la burguesía capitalista, este, se redujo al simple desarrollo tecnológico como soporte ya no de la realización del potencial humano, sino de la acumulación de capital. Termina volviéndose, dicho progreso, contra la humanidad, contra la naturaleza y todas las formas de vida que alberga. En consecuencia, todo proyecto emancipador pasa así, por la confrontación de dicho ideal de progreso y por replantear el papel de dicho desarrollo tecnológico, en función de la vida.