La naturaleza y las mujeres han sufrido un proceso de colonialidad y de dominación, que las ha hermanado en sus resistencias, sus luchas y sus construcciones alternativas al capitalismo global y extractivista. Esa colonialidad, que ha nacido con la conquista de nuestro continente por la expansión europea, sigue vigente en el extractivismo latinoamericano, que no hace otra cosa que someter a la naturaleza y a las poblaciones a una explotación irracional, convirtiendo a ambas al sacrificio de ser las proveedoras de bienes comunes naturales que mantienen el juego en el mercado mundial, recreando un rol que tiene más de 500 años. Frente a una crisis global multidimensional que pone en juego la propia existencia de la vida en el planeta, se proponen nuevos caminos alternativos que lleven a la descolonización, la despatriarcalización y la descapitalización. La recuperación y revalorización de la memoria biocultural de la especie humana, con el respeto a la diversidad territorial y social como estandarte, es uno de ellos.